Sonó el despertador y Rafael despertó para ir a su trabajo. Se sentía
raro y no recordaba nada de la noche anterior, salvo unas extrañas
marcas en su cuello, la cual no podía parar de rascarse. Una vez vestido
para la oficina, bajo a desayunar donde su compañero de departamento,
conocido como Franky, lo esperaba.
-Habia un nuevo pan en la tienda- Dijo Franky por sobre el periódico al ver bajar a su compañero- Esta hecho con ajo.
-Bueno... -Respondió Rafael- Probaré tu "pan mAJO"...
-Ahórrate los Chistes.
-¡Bueno ya!
Cuando Rafael metió el pan en su boca, sintió una sensación que le obligó a repeler su desayuno de la lengua.
-Guaarrg, no me... gustó... ¡Voy tarde, me voy!
Rafael bajo por el ascensor del edificio, y una vez que salió, fue
enceguecido por la luz del sol, que caía directamente sobre su piel, por
lo fue corriendo al trabajo para no tener que soportarlo por mucho
tiempo. Cuando se cansó, decidió descansar en una plaza frente a una
iglesia, y se apoyo en una cruz de metal, pero apenas la tocó, sintió un
ardor que no podía soportar.
Asustado, se refugio en la sombra de una tienda. Decidió ver por la
vitrina, y se encontró con un espejo, pero por alguna razón no podía ver
su reflejo.
Con el corazón en la garganta, empezó a pensar; Raras marcas en el
cuello, asco al ajo, no pudo tocar la cruz, y ahora no veía su reflejo
en el espejo... acaso... ¡¿Acaso se estaba convirtiendo en un vampiro?!
Pero en ese momento llego Franky, con la lengua a fuera y con una lonchera en la mano.
-Se te quedó... el almuerzo - Dijo Franky jadeando - Te seguí desde... el departamento... Ufff.
-¡Franky, ayúdame! - Dijo Rafael mientras zarandeaba a Franky - ¡Soy un vampiro! No como ajo, marcas en el cuello... cruz...
-¡Claro que no! Mientras te perseguía lo note, no cerraste la ventana de
tu cuarto y entraron los mosquitos, y no solo picaron tu cuello...
mírate la cara... Resulta que el pan de ajo estaba echado a perder,
después hablo con los de la tienda. Si vieras el informe del clima
sabrías que hoy seria una día con sol muy radiante. La cruz era de
metal, y estuvo todo el día al sol, naturalmente iba a estar ardiendo.
¡Y ese espejo esta sucio! ¡NO ERES UN VAMPIRO!
Rafael despertó en ese momento. La luz de la luna llena entraba por las
ventanas de su castillo negro. Y en voz alta se dijo a si mismo: "Vaya
pesadilla, de verdad creí que era un humano". Acto seguido, se convirtió
en murciélago y salió volando por la ventana hasta las proximidades de
la noche.
Fin
Ya la habia leido de tu mano hace un tiempo.
ResponderBorrarEs una muy buena historia corta, gratificantemente entretenida ;)
Y el final si que es una sorpresa jajaja.
Sigue asi! ^^